(Cuatro familiares de A.R.M.E.expresan el sentir del 2º grupo en proceso de rehabilitación.)
Juanjo, dijo...
Buenos
días a todas las personas.
Somos
un grupo de familiares de enfermos alcohólicos de la asociación ARME, unos estamos aquí, otros están repartidos
entre los asistentes y otros no han podido venir, pero entre todos hemos
intentados hacer un pequeño resumen de nuestras experiencias en la:
Trayectoria hacia la rehabilitación
El
cómo se llega a la asociación es muy diferentes según personas, parejas,
hijos-hijas y padres-madres, hermanos,
pero en el fondo todos venimos pidiendo ayuda.
El
alcoholismo es una realidad social. Se llega a alcohólico bebiendo, pero no
acontece de la noche a la mañana. Generalmente al principio no se ve el
problema, hay momentos que incluso nos hacen gracia, generalmente son
dicharacheros, espléndidos, sociables aunque otras veces son hoscos, cerrados,
dictatoriales. El alcoholismo femenino generalmente suele ser más introvertido,
solitario y disimulado, pero no por ello menos peligroso.
El
enfermo alcohólico suele tener una
doble cara, una cara amable y simpática de cara al exterior, y una cara
más amarga y más exigente en las relaciones familiares. Cuando se complican las
situaciones la culpa, dicen, es de los demás.
Al
familiar le entra rabia, vergüenza, inseguridad, desconfianza, impotencia,
miedo…
Rabia
porque no puede controlar la situación, vergüenza sobre todo ajena, inseguridad
porque se intenta solucionar por distintos caminos y no se ha conseguido nada,
desconfianza tras las múltiples promesas
de cambio, impotencia porque no vemos la salida y miedo, cada vez más miedos, distintos tipos de miedo: miedo a que el enfermo tenga un accidente laboral o de conducción, miedo
a que sufra un percance desagradable dentro o fuera de la casa, miedo a que la
economía se tambalee, miedo a que no vuelva e incluso a veces miedo físico. En
muchos casos miedo por nuestros hijos. Empeoran las relaciones, hay voces,
portazos, enfados.
El malestar es captado por los hijos que
generalmente no entienden lo que pasa y poco a poco se sienten raros y extraños
porque ven que su padre o madre es distinto o distinta al resto de los padres y
madres que conoce, y en muchos momentos se encuentran desconcertados porque a
veces el enfermo es amable y otras
violento sin haberle dado motivos.
Como
cada vez la situación se hace más insostenible llega el momento de la decisión,
¿abandonarlo?, ¿denunciarlo? o darle una última oportunidad de entre las muchas
últimas oportunidades que les hemos dado creyendo en su promesa de cambio.
En
nuestro caso esa última oportunidad coincidió con el encuentro de la asociación
ARME, asociación que presta ayuda a
enfermo y familiar.
María, dijo
Llegamos
a la asociación pensando que lo que nos pasa con nuestro enfermo no les ocurre
a otros, pero según nos vamos
conociendo y sacando poco a poco lo que nos angustia, vemos que todos estamos en situaciones parecidas, que no somos
raros, incluso hay casos mucho más sangrantes que el nuestro.
Dos
cosas primordiales que hay que conseguir al principio son:
-
Cambiar la idea de que nuestros seres queridos no son unos borrachos
sino unos enfermos.
-
Buscar los medios y sistemas para que dejen de beber, eso implica:
Acudir al médico de cabecera o a la UCA que
generalmente recetarán algún producto
antagónico con el alcohol, si lo consideran conveniente y
Controlar, por parte
del familiar, que se toma el enfermo la medicación.
Si
se van cumpliendo estos pasos el familiar va cambiando, el sentimiento de rabia se serena al comprender
que el alcoholismo es una enfermedad, los sentimientos de inseguridad e
impotencia se mitigan al saber que hay luz al final del oscuro túnel, se deja
de sentir vergüenza y se pasa del miedo a la ilusión, casi a la euforia, ya que el cambio que realiza
nuestro ser querido es notorio y podríamos decir que al enfermo nos lo han
cambiado. Este cambio no sólo afecta al
enfermo ya que sus comportamientos no vienen modificados o alterados por el
alcohol sino que también afecta al familiar pues va comprendiendo que convive
con un enfermo, no con un borracho y los miedos que tiene se van apaciguando y controlando. Este
cambio mutuo hace la convivencia de toda la familia mucho más agradable y
feliz, y en el caso de los hijos éstos lo notan un montón.
Algunas
veces hay recaídas y al familiar le vuelven otra vez los miedos, la rabia, la
inseguridad y se encuentra decepcionado. Es en esos momentos cuando más se
necesita el grupo pues en la diversidad de experiencias de las otras
personas se da cuenta que les ha pasado
a otros también y que no hay que decaer, que hay que actuar como los niños
cuando comienzan a andar, dos pasos y tropezón, tres pasos y tropezón, cuatro
pasos y tropezón … pero al final serán muchos pasos sin tropezar. Mientras sean
cuatro pasos adelante y dos atrás estamos en buen camino y no nos debemos
desanimar, hay niños que tropiezan más y otros menos pero al final todos
caminan.
Sentimos
el cambio y confiamos cada vez más en el familiar y diferenciamos la vida del antes y el después del alcoholismo y
en algunos momentos lamentamos no haber iniciado antes este camino.
En
este caminar sentimos la ausencia de aquellos compañeros de grupo que el
desánimo les invadió, perdieron la
esperanza y las fuerzas les flaquearon.
Nos hubiera gustado que siguieran a
nuestro lado aunque sus pasos fuesen más cortos.
Eva, dijo
Los vaivenes de alegría, dudas y miedos van conviviendo pero poco a poco la serenidad va imperando. La mejoría de nuestro ser querido nos hace estar en las nubes ¡qué ilusionados estamos! Luego decaemos porque le notamos raro y gracias a los demás compañeros del grupo vamos comprendiendo que hay un cambio en el ser querido y que también hay un cambio en nosotros y que aunque el enfermo haya dejado el alcohol tiene sus manías y sus gracias y que a nosotros nos pasa lo mismo, tenemos nuestras manías y nuestras gracias, como cualquier otro ser humano, pero hay que luchar e intentar conseguir que la convivencia sea placentera y la familia feliz; habrá palabras, actos, modos y maneras que nuestro ser querido tendrá que pulir y limar pero también habrá palabras, actos, modos y maneras que los familiares tenemos que pulir y limar. Los utensilios para estas operaciones son el cariño y el diálogo.
A veces no se puede
expresar con palabras tantas cosas vividas desde que atravesamos la puerta de
la asociación, en general todas buenas y grandes por eso nuestro agradecimiento
a ARME y a todo su equipo, dirigentes y compañeros que de manera desinteresada y con su experiencia están haciendo
una gran labor con nosotros, enfermos y familiares. Gracias a la asociación, al
grupo, nos hemos dado cuenta de que nosotros, los familiares, también de
alguna manera somos “enfermos” y también necesitamos “rehabilitarnos” para poder ayudar mejor a nuestros familiares y volver a ser felices.
Juanjo, se despidió en nombre de todos
Gracias ARME por el
acogimiento recibido y la ayuda prestada.
Por último animar a enfermos
y familiares a seguir caminando hacia su
rehabilitación.
¡ANIMO! HAY POCO QUE PERDER Y MUCHO QUE
GANAR.